LADY MACBETH
¿Hasta el cuervo enloquece anunciando con sus graznidos la entrada fatal de Duncan bajo mis almenas...! ¡Cambiadme de sexo, y desde los pies a la cabeza llenadme, haced que me desborde de la más implacable crueldad!...¡Espesad mi sangre; cerrad en mí todo acceso, todo paso a la piedad, para que ningún escrúpulo compatible con la Naturaleza turbe mi propósito feroz ni se interponga entre el deseo y el golpe! ¡Venid a mis senos maternales y convertid mi leche en miel, vosotros, genios del crimen, de allí de donde presidáis bajo invisibles sustancias la hora de hacer el mal! ¡Baja, horrenda noche, y envuélvete como con un palio en la más espesa humareda del infierno! ¡Que mi agudo puñal oculte la herida que va a abrir, y que el Cielo, espiándome a través de la cobertura de las Tinieblas, no puede gritarme: "¡Basta, basta!..."
Monólogo de Lady Macbeth en SHAKESPEARE, W., La tragedia de Macbeth, Club Internacional del Libro, Madrid, 1993.
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