Esta es una escena por la que un marinero daría sus ojos. El barco es ignorado. El iceberg asciende y de nuevo se hunde; sus vítreas cumbres corrigen elipses en el cielo. Esta es una escena donde quien pisa las tablas se vuelve torpemente retórico. Es tan ligero el telón que podrías subirlo con las más finas cuerdas, espirales de viento que la nieve ofrece. La lucidez de estas blancas cumbres compite con el sol. Su peso el iceberg desafía sobre un escenario cambiante y resiste y observa.
Este iceberg labra sus facetas desde dentro. Como joyas de una tumba se salva a sí mismo, siempre, y sólo a sí mismo se embellece, y tal vez a las nieves que tanto nos sorprenden flotando sobre el mar.
Elisabeth Bishop
Ningún comentario:
Publicar un comentario