Hay un texto muy bonito de Pasolini que se titula “Fuera de 
palacio”. Empieza con Pasolini en la playa de Ostia leyendo un periódico
 y observando a los bañistas que abarrotan el lugar. Pasolini cree que 
el consumismo ha transformado a las clases populares, a las que él se 
siente leal, hasta convertirlas en una imitación grotesca de la 
burguesía. Y propone una idea tomada de un escritor del Renacimiento 
para explicarlo: la oposición entre el Palacio y la Plaza.
El Palacio es una trama oligárquica de élites políticas subordinadas 
al poder económico, que viven rodeadas de secreto y corrupción. La 
casta.
La Plaza somos la gente expulsada de la política institucional. 
Expulsada a través de nuestra propia degradación social. Expulsada de 
nuestra vida en común. La Plaza no logra entender lo que ocurre en 
Palacio porque el poder ha construido un gigantesco muro que mantiene 
sus manejos en secreto. Esa política que los ciudadanos no ven es un 
autoritarismo encubierto capaz de convivir con los mecanismos 
democráticos formales.
No voy a negar que estoy ligeramente desconcertado por el repentino 
entusiasmo electoral que me rodea. Personas que hace apenas unos meses 
sentían repugnancia física ante la perspectiva de tocar una papeleta en 
la que apareciera la cara de Pablo Iglesias han convertido a Manuela 
Carmena en un icono pop. Se me hace raro porque yo, que siempre he sido 
abstencionista, más bien necesito explicarme a mí mismo por qué voy a 
votar a una lista encabezada por un miembro de la judicatura, un 
colectivo profesional acerca de cuyos méritos morales y lealtades 
sociales tengo mis reservas.
César Renduelles
Engado:
Na praza tamén hai élites culturais subordinadas ao poder do seu peto  #ACulturapreocupa
De verdade vou ir votar?  #XornadadeReflexión  
Eu tamén te amo, Pier Paolo  #ResistenciaePracer

 
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