Reseña sobre Alfabeto, un libro de poemas de Inger CHRISTENSEN, traducido del danés por primera vez en castellano y editado por Sexto piso. Esta reseña ha sido publicada en el periódico de La Central (distribuido gratuitamente en librerías y se puede consultar aquí)
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Inger
Christensen concentra sus palabras claves ordenándolas alfabéticamente –de la
letra A al número N- y las derrama según la secuencia de Fibonnacci en Alfabet, un poemario del 81 hasta la fecha
no traducido en castellano, en el que leemos –en voz alta- cómo la voz poética
nombra el mundo y convierte esta enumeración de conceptos, estados de ánimo y
sucesos en declaración de intenciones. En un principio sólo presente como
testigo, poco a poco esta voz nace en la
primera persona (que nos acerca a
las impresiones remotas de la infancia) y comienza a tejer un álbum metafórico con la
mirada puesta en la memoria, que devuelve el sentido a lo contemplado. Al poner
el foco de atención en estas llaves de significado, la autora danesa muestra que lo que le interesa es
escarbar en el papel que el lenguaje -nada inocente- tiene en la percepción de
la relidad. Donde otros crean discurso, ella señala la nieve, produce un
paisaje de sabiduría. Pero su mirada no trasciende como la de Emerson, ni es
filosofía vital como la de Thoureau. Christensen está emparentada con el tono
de letanía de Szymborska, o el juego experimental de Zemborain y Espinosa.
Pensar como un
espejo, digo. Pensar como una nube,
dice ella. Su reflejo es un autorretrato crítico, con el marco histórico que
condiciona la existencia -en pleno del siglo XX la bomba atómica recorre el
libro-, y a la vez esperanzado porque el amor también existe ya que goza de la
desmemoria.
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