Pienso que el tiempo no se puede aprehender, pero me acerco a esa quimera cuando escribo. Las puntitas, mis yemas, tocan el narrar en sí, el verbo - carne de mi sangre - hecho tempo tejido de(l) tiempo que crea la realidad de la que nacen las palabras que conforman este pienso.
Quizás, si me distancio, sueño que capto luz, la mayoría de las veces se escapa, es un reflejo mojado, neón sobre el asfalto... Y yo me distraigo hasta dar con otra idea que cree que fui caminando hasta lo que seré.
Hay personas que no pueden mirarse en el espejo, a mí me gusta esa transferencia que simula transfiguración, ¡trascendencia... tschhh... mierda!
A lo mejor es sólo una cuestión de género, porque como dijo Barbey D'Aurevilly "para los dandis como para las mujeres parecer es ser", pero se equivocaba. Yo he venido aquí a hablar de mi verdad.
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