«Mientras me reñían
por haber cogido el girasol,
yo miraba la flor».
Haiku dun neno de 7 anos
Poética
Considero que la poesía consiste básicamente en mirada y respiración, y a eso precisamente nos puede enseñar: a mirar de una manera desveladora, penetrante, detenida, que atraviese la superficie y la apariencia de las cosas y de los hechos en una sociedad donde se nos quiere hacer creer que vivimos en un escaparate. A ganar en atención, cualidad indispensable para adquirir sentido crítico en una realidad donde impera, alentada por el Poder, la construcción de ficciones, lo espectacular y lo inconexo.
De igual manera, pienso que la poesía nos obliga a respirar de otra forma, de manera más pausada, más consciente de sí misma y también de nosotros mismos como sujetos. Con ello podemos escapar de las dinámicas de la velocidad impetuosa que nos marca el capitalismo, que considera obsoleto todo lo que no es inmediato y que no deja espacios para la reflexión, para ejercitar ese citado pensamiento crítico que pudiera revelar el horror y la deshumanización que genera el sistema.
Al mismo tiempo, creo que lo peor que puede hacer un poema es dejar al lector en el mismo sitio en el cual estaba antes de entrar en el texto; que tras salir de él vea que su mundo permanece intacto. En ese sentido, como lector, busco una poesía que me revuelva y que me conmueva, que me ayude a salir de mí y encontrarme en y con lo Otro y las otras personas, que pueda servirme de lanzadera o punto de partida en una indagación filosófica, sociológica, política y ética de la realidad para poder crecer, ser mejor persona y transformar la sociedad actual en una justa y digna para todo lo vivo. En esencia, que me ayude a caminar. Como muy bien indica Jorge Riechmann, «creo en una poesía que acompañe al ser humano; y ésa es la poesía que yo necesito».