En enero pasado, en una conferencia sobre seguridad civil, un policía  canadiense aseguró que las mujeres debían cuidar su vestimenta para no ser víctimas  de abusos sexuales. En respuesta, en abril, unas 3.000 mujeres, vestidas con  tacones, ligueros, escotes y minifaldas, tomaron las calles de Toronto (Canadá) exigiendo  que no se siguiera perpetuando y naturalizando la idea de que las  mujeres son las culpables del acoso y ataques sexuales que sufren. La  iniciativa se ha extendido a otros países.
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