Páxinas

xoves, 17 de febreiro de 2011

Orquídea salvaxe

Política, erótica, poética: diálogo con la poeta Violeta Barrientos

Jueves 17 de febrero a partir de las 20h - LA MARABUNTA (C/Torrecilla del Leal, Antón Martín, Madrid)
Recital y diálogo en torno a la poesía política y erótica de Violeta Barrientos, autora de siete poemarios y ganadora del premio nacional Flora Tristán. Con la participación de la propia autora peruana, Violeta Barrientos, y la poeta chilena Silvia Cuevas.
Violeta Barrientos es Doctora en Literatura por la universidad París 8, ha hecho investigaciones sobre la representación del cuerpo en la poesía peruana contemporánea. Abogada dedicada a los derechos humanos, dirige el Centro Latinoamericano de Sexualidad y Derechos Humanos. Sus poemarios publicados: Elixir, El innombrable cuerpo del deseo, Tras la puerta falsa, El jardín de las delicias, Tragic/Comic. Últimamente ha combinado las artes plásticas y la música electrónica. Su obra ha sido publicada en español y francés y antologada en su país y en el extranjero.


Así abrimos el cuerpo

Al prójimo todos los días

Nuestros hígados han de ser devorados

Y nuestro corazón también



Hay que engordar ese cuerpo

La cadena alimenticia se extiende



(Elíxir, 1991)



***



LAS IMPOSIBLES ORQUIDEAS



Vago sobre un vientre andrógino criador de bestias

guardián secreto de grutas negras

escondrijos en que hurgo buscando aromas subterráneos

perdiéndose en el fondo más oscuro y húmedo.

Orquídeas bajo tierra

donde manos no alcanzan sus venas violáceas.



Contemplo el jardín de mi deseo insatisfecho:

leves mentiras como un beso robado y devuelto

fugaces caricias corriendo bajo la piel.

Mas en el fondo voy de bruces

enredándome en cabellos, melenas,

anchos brazos como ríos, troncos, curvas ramas

hasta cubrirme de maleza y ya no ver

las simples florecillas,

cuerpos amables ofreciéndose a mis pies.



Se entumecieron mis dedos tras lo imposible de tocar

y sin ojos de ver, creyéndome diosa desde mi altura,

comparé distancias

pareciéndome cada cual más corta,

más fácil de superar.

Perdió el mundo su color, las flores,

se hizo de sombras

y creció mi abismo dejándome en roca desnuda

de rara vegetación.

Dormida en el agobio de esa soledad

soñé permanecer en una flor intensa,

en la fragancia carnosa de una orquídea enterrada

introducirme en pisadas nocturnas sin ser descubierta

alimentando mis fuerzas de sus entrañas.

Y ya no comparé distancias,

no existían nombres ni medidas

y la única belleza fue la imposible de tocar,

de contemplar, de retener

porque el deseo, no se puede nombrar

sólo padecer.



(El innombrable cuerpo del deseo, 1992)




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